© RAMIRO MOREYRA PORTILLA
20 de febrero de 2013
Agradezco a los lectores -varones
y mujeres- que me hicieran llegar sus mensajes de congratulación por esta
formal irrupción en el periodismo de opinión, y comentarios sobre el tema
abordado en “Elogio a la Pluma”, que los recibiera personalmente, por teléfono
y a través del correo electrónico. Esta retroalimentación me
da pie a seguir haciendo metacomunicación;
es decir, comunicar sobre la propia comunicación, incluyendo lo que la semana
pasada se me quedara en el tintero; todavía a manera de presentación, antes de
empezar a tratar cuestiones de actualidad e interés, propiamente.
Ciencias de la Comunicación es una de las
sapiencias modernas más vertiginosas porque los fenómenos comunicativos -objeto
de estudio de ella- son los más revolucionarios; eso a su vez, debido al
incesante desarrollo tecnológico, sobre todo de internet, que no es otra cosa
sino la concurrencia de medios escritos, visuales, sonoros y audiovisuales en
la red y de las extensiones multisensoriales, como los teléfonos celulares, smartphones, tablets o tabletas, las laptops
y mini laptops; por cierto, sin
menospreciar a las abultadas computadoras de los hogares ni a las “lentium” de nuestras tercermundísimas cabinas.
Ya estamos en ese universo
que vislumbraron futurólogos, escritores de ciencia ficción y cineastas: la
aldea global, la era digital y la realidad virtual; esa que ahora es más real e
imprescindible que nunca, ¿No vemos cotidianamente -tanto a gringos como a paisanos típicos- con sus dispositivos electrónicos en mano o
chateando en el inter? Hoy, ni la distancia
ni la diversidad cultural, étnica, religiosa, idiomática o etaria, ni la
diferencia de estrato social o estilo de vida son impedimento para la
interacción humana; pues es fácil comunicarse entre seres conectados global,
digital y virtualmente; aunque en la generalidad de los casos, estas personas
jamás lleguen a encontrarse físicamente.
A cada instante se
producen fenómenos comunicativos antes imposibles, cuasi interpersonales; como
los de Facebook, Twitter, Skype y
otras redes sociales, donde los contenidos y sus consecuentes clics a “Me
Gusta” y comentarios de feedback o
retroalimentación marcan las tendencias de la opinión pública local o mundial.
Esa respuesta hace que la “simple información” se convierta por instantes cada
vez más prolongados en “verdadera comunicación”; es decir, que se cierre el
círculo del proceso. Claro, ese retorno ya
se daba antes mediante el comentario cara a cara, el correo postal o el
teléfono; pero ahora, con internet esa ida y vuelta es asombrosamente
instantánea y extraordinariamente masiva; pero también -cada vez más- maravillosamente
interpersonal.
El otro día, apenas vi el
nombre de un solicitante de contacto el mi "FB" recordé
a “El Vidalino”, un periódico anual impreso en la entonces Editorial Garcilaso
de la Beneficencia Pública, que la Asociación de Padres Familia del Colegio
Humberto Vidal Unda publicara durante varios años de la primera mitad de la
década del 80; fue una magnífica oportunidad para que los estudiantes del
plantel divulgáramos nuestros artículos y poemas. Recuerdo que los papás se
sentían muy orgullosos al leer el nombre de sus hijos bajo los escritos y gran
complacencia al ver -en texto y números- la rendición de cuentas de mi padre el
profesor Federico Moreyra y del Sr. Marcial Kawamura, presidente y tesorero de
esa APAFA respectivamente. Ahora ya se rinde cuentas por e-mail o página web.
De esta manera me dirijo a
ustedes; a través de mi modesta tribuna, justamente en tiempos en que la
Capital Histórica del Perú vive una hilarante discusión por la permanencia o no
de una estatua sobre la pileta de su Plaza Mayor; cuando al viejo Antonio
Lorena ya se le escaparon todas las almas, pero que felizmente es porque
después de una delicada y seguramente laaarrrga
intervención ese hospital ha de sanar y recuperar toda su vitalidad; cuando
parece verdad que el muuuyyy anhelado
proyecto de aeropuerto internacional finalmente aterrizará en Chinchero; cuando
el acelerado crecimiento urbano de nuestra ciudad ya devora sus lomas, en tanto
que los edificios del valle empiezan a trepar su aire, ese histórico soplo que
en el centro se torna más tóxico y estresante; y cuando ya existen dos equipos
de fútbol profesional que animan su otra vez “inconcluso” estadio, con lo cual
Cusco tiene su corazón partido en dos, mitad rojo y mitad celeste.
Saben, deseo que esta
nuestra columna genere un proceso de comunicación fluido,
lo cual sólo será posible con sus continuas “metaopiniones”; es decir, sus permanentes comentarios sobre lo que
estoy Pensando en Voz Alta. ¡Hasta la próxima semana!